Formulario de contacto

 

Mal hablado, mal escrito 2





     Durante mis años de estudiante de primaria y posteriormente en el bachillerato, mis profesores de castellano, latín y francés nos hacían buscar “gazapos” ortográficos mientras ellos leían frases en voz alta: ¿Qué a Pedro lo casaron? ¡Sí, lo cazaron robándose un pan! ¿Dónde ponemos la carne de vaca? Póngala en la baca del auto. ¿Qué coses? Estoy cociendo patatas. 


     Después de hacernos sudar tinta, el profesor recogía las hojas, las redistribuía de manera que nadie tuviese la suya y pasaba a la pizarra a escribir las frases y ahí descubríamos nuestros garrafales pelones. Hoy día la homofonía ha quedado fuera del currículo, pero en mi momento me enseñó un sinfín de palabras que hoy día allanan mi diario vivir. Uslar Pietri dijo en una ocasión: “hay gente que es feliz en un mundo de 400 palabras”, lo que explica la incapacidad para comunicarse efectivamente que exhiben muchos. 


     Descubrimos entonces que una cosa es grabar un disco y otra gravar un ejercicio fiscal; no es lo mismo tener un artículo basto, que vivir en un vasto universo; y que las banderas se izan en el asta hasta llegar al tope; que no es lo mismo botar al tipo que votar por él; que no es igual abrazar a tu señora que abrasar la carne; y que no es lo mismo aprender una lengua que aprehender al ladrón (¡qué fácil!); y que hay que saber usar las baquetas para el tambor y la vaqueta para hacer carteras. No le dé más vueltas, pues, como dijo Newton: “lo que sabemos es una gota; lo que nos falta por saber, un océano.


Autor: M. Sc. Jesús Navas Bruzual
Lingüista & Traductor
 IUTIRLAExtensión Cumaná



 

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